LOS ÁRBOLES DEL COLEGIO: EL ARCE BLANCO O FALSO PLÁTANO

lunes, 19 de abril de 2010

EL POETA ES UN FINGIDOR. FERNANDO PESSOA


FERNANDO PESSOA
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que en verdad siente.
Y, en el dolor que han leído,
A leer sus lectores vienen,
No los dos que él ha tenido,
Sino sólo el que no tienen.

Y así en la vida se mete,
Distrayendo a la razón,
Y gira, el tren de juguete
Que se llama corazón.

Las personalidades más conocidas son como mencionamos, los heterónimos Álvaro de Campos, Alberto Caeiro y Ricardo Reis. Para cada uno de estos hombres, Fernando Pessoa diseñó una cuidada biografía, un horóscopo, un retrato físico completo, trazó sus características morales, intelectuales, ideológicas. Tres personajes diferentes y cada cual con una actividad literaria distinta, personajes que se conocen y entran en polémica unos con otros, bien como el demiurgo, tres facetas de un mismo hombre.




Ricardo Reis,
Su forma de expresión la va a buscar a los poetas latinos, de acuerdo a su formación, y afirma, por ejemplo, que debe haber, en el más pequeño poema de un poeta, cualquier cosa donde se note que existió Homero.
¿Qué trono te quieren dar
que Átropos no te lo quite?
¿Qué laurel que no se mustie
en los arbitrios de Minos?


Alberto Caeiro,
Es el poeta de la naturaleza.

Creo en el mundo como en una margarita,
Porque lo veo. Pero no pienso en él
Porque pensar es no comprender...
El mundo no se hizo para que lo pensáramos
(Pensar es estar enfermo de los ojos)
Sino para mirarnos en él y estar de acuerdo...

No tengo filosofía: tengo sentidos...
Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que ella es,
Sino porque la amo, y la amo por eso,
Porque quien ama nunca sabe lo que ama
Ni sabe porque ama, ni lo que es amar...

Amar es la inocencia eterna,
Y la única inocencia es no pensar...


Álvaro de Campos
Es el poeta modernista, que escribe las sensaciones de la energía.

[Estoy cansado, claro]
Estoy cansado, claro,
Porque a esta altura uno tiene que estar cansado.
De qué estoy cansado, no lo sé;
Y de nada serviría saberlo,
Porque el cansancio seguiría igual.
La herida duele porque duele,
No en función de la causa que la ha abierto.
Sí, estoy cansado
Y un poco sonriente
De que el cansancio sea sólo esto:
Ganas de dormir en el cuerpo,
Deseo de no pensar en el alma
Y por encima de todo una transparencia lúcida.

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