MAEVE RATÓN, POETA
«Es la necesidad de escribir la que marca la temática de mi poesía»

Revista digital y cultural del Colegio Público de Educación Primaria Andalucía de La Línea. GRUPO DE TRABAJO 125 ANIVERSARIO DE BLAS INFANTE Y CENTENARIO DE MIGUEL HERNÁNDEZ. El conocimiento nos hará libres.
León Felipe (Felipe Camino Galicia de la Rosa).
1884-1968 Tábara (Zamora)-Ciudad de México
"Los grandes poetas no tienen biografía, tienen destino"
León Felipe no pertenece a ninguna escuela literaria. Él es la singularidad poética. Es el encuentro entre lo español y lo universal. León Felipe no es el poeta del amor, sino del hombre y su dolor. De ahí el fuerte contenido existencial de su poesía. No va a buscar la esencia humana, sino su existencia: el dolor, el enigma, el absurdo, el vacío, la imperfección. Por ello, su constante pregunta a Dios: ¿por qué y para qué existe el hombre sobre la tierra? El hombre es un ser inacabado, imperfecto: “El hombre tiene que parir sus alas”. Porque el hombre está hecho de un “barro mal hecho, mal cocido”. El hombre es, pero podría ser.
Rosario Herrera Guido.
http://www.jmserrat.com/serrat/bio/felipe.html
*
León Felipe.
Rubén era un niño que vendía lotería, al que asesinaron para robarle, de ahí este poemario y el título del libro: ¡Oh, este viejo y roto violín! 1965.
*
¿POR QUÉ HABLA TAN ALTO EL ESPAÑOL?
Por León Felipe
Este tono levantado del español es un defecto, viejo ya, de raza. Viejo e incurable. Es una enfermedad crónica.
Tenemos los españoles la garganta destemplada y en carne viva. Hablamos a grito herido y estamos desentonados para siempre, para siempre porqué tres veces, tres veces, tres veces tuvimos que desgañitarnos en la historia hasta desgarrarnos la laringe.
La primera fue cuando descubrimos este continente, y fue necesario que gritásemos sin ninguna medida: ¡Tierra! ¡Tierra! ¡Tierra! Había que gritar esta palabra para que sonase más que el mar y llegase hasta oídos de los hombres que se habían quedado en la otra orilla. Acabábamos de descubrir un mundo nuevo, un mundo de otras dimensiones al que cinco siglos más tarde, en el gran naufragio de Europa, tenía que agarrarse la esperanza del hombre. ¡Había motivos para hablar alto! ¡Había motivos para gritar!
La segunda fue cuando salió por el mundo, grotescamente vestido con una lanza rota y una visera de papel aquel estrafalario fantasma de la Mancha, lanzando al viento desaforadamente esta palabra de luz olvidada por los hombres:¡justicia! ¡justicia! ¡justicia!...¡También había motivos para gritar! ¡También había motivos para hablar alto!
El otro grito es más reciente. Yo estuve en el coro. Aún tengo la voz parda de la ronquera. Fue el que dimos sobre la colina de Madrid, en el año de 1936, para prevenir a la majada, para soliviantar a los cabreros, para despertar al mundo: ¡eh! ¡que viene el lobo! ¡que viene el lobo!...!que viene el lobo!
El que dijo tierra y el que dijo justicia es el mismo español que gritaba hace 6 años nada más, desde la colina de Madrid, a los pastores: ¡eh! ¡que viene el lobo!
Nadie le oyó. Los viejos rabadanes del mundo que escriben la historia a su capricho, cerraron todos los postigos, se hicieron los sordos, se taparon los oídos con cemento, y todavía ahora no hacen más que preguntar como los pedantes: ¿Pero por qué habla tan alto el español?
Sin embargo, el español no habla alto. Ya lo he dicho. Lo volveré a repetir: el español habla desde el nivel exacto del hombre, y el que piense que habla demasiado alto es porqué escucha desde el fondo de un pozo.